Salida preparatoria pal Rai parte II, crónica de Ernesto Cabral.

Un color gris teñía los cielos de Lima, el aire frío inundaba los pulmones de los valientes que se osaban a despertar y salir a la helada acera; solo los piles rojas, acompañados con su amauta y acompañados por dos aspirantes, fueron a conquistar nuevamente la cordillera que rodea la Molina; y así, lograr atravesar una larga distancia para darse con muchas sorpresas.
Comenzaron comprando provisiones. Felizmente, a pesar de que era feriado, se logró comprar la siempre exquisita sopa instantánea “Ramel”, y unas cuantas salchichas a pedido de Gringo.

Llegando a las faldas de la cadena de cerros, nos dimos cuenta que se nos presentaría una neblina que nos haría difícil el ubicarnos en las desiertas montañas. Igualmente, con un buen abrigo y los ojos bien abiertos, nos embarcamos a la aventura.
La neblina nos limitaba la vista a solo 3 metros de nosotros. Cuando nos dimos cuenta, a nuestro alrededor solo se veía un relajante color blanco; así que, con la enseñanza de nuestro amauta, aprendimos a encontrar el norte a través del musgo que se forma en las rocas por la brisa marina que se encuentra al oeste, indicándonos así el norte. En la primera parada aprendimos de manos del Amauta a crear nuestra propia brújula, con solo un imán, una aguja, un papel y un poco de agua en un envase; con lo cuál, logramos confirmar lo que las rocas nos habían revelado.
A unas cuantas horas de haber partido, paramos para preparar nuestra cocina. Juntando algunas rocas, creamos una rupestre pero excelente fogón; donde preparamos las sopas y luego, con las brasas, hicimos una excelente parrilla para las salchichas.
Hasta ese momento, el lugar era conocido para nosotros, pero decidimos seguir adelante y ver que nos encontrábamos. Seguimos hacia el este, encontrando diversas cosas interesantes para nuestro cuaderno de ruta. En un momento dado comenzamos a escuchar civilización, la cuál provenía del distrito de villa el salvador, que se escuchaba hasta nosotros gracias al eco; habíamos recorrido una larga distancia, que ya no quedaba camino para seguir adelante, solo para seguir subiendo. Así que comenzamos a escalar una imponente montaña que se nos presentó al frente nuestro.

Todos siguieron por el camino que rodeaba una gran grieta formada por rocas de mas de 3 metros de alto; que no se le ocurrió mejor idea a Gringo y Cabral que hacer escalada sin instrumentos de seguridad. Dado a esto, cuando se logró llegar a la cumbre, el caminante Cabral tuvo que volver a bajar a encontrar el bordón que dejó al principio de la escalada. Solo con un silbato, para que los demás sepan que sigue con vida, llego a encontrar lo que buscaba a través de el árido cerro, escoltado por las tres águilas llamadas pureza, lealtad y abnegación que volaban sobre las cabezas de los intrépidos.
Se volvieron a encontrar en el camino, para comenzar el regreso a casa. Una vez llegados, se refrescaron con una buena agua de manguera; así terminando su aventura con una gran sonrisa y una promesa.

Invitados: Tristeza(tropero de la tsl1) y Natz (Aspirante a scout solitaria